Para muchos porteños que abandonan la Ciudad los fines de semana hacia la zona norte, el regreso suele ser traumático. Según observó Clarín, un viaje por el ramal Pilar de la autopista Panamericana puede llevar el doble de tiempo de lo normal. Lo peor se da entre las 17 y las 20 del domingo. De hecho, según confirman datos de la concesionaria Autopistas de Sol, los picos de tránsito son 15% más intensos que en la semana, aunque a lo largo del día la cantidad de autos no supera el promedio habitual (280.000 contra 360.000 de lunes a viernes).
"Cuando el tiempo está lindo hay muchos más autos y para ir desde Pilar a San Isidro se puede tardar una hora y media, cuando lo normal es 30 minutos", contó Amelia Pereyra, que tiene una casa en el kilómetro 45 del Acceso Norte y viaja todos los fines de semana. "Salimos a las 18 para esquivar la peor hora. El primer tramo lo hicimos bien, pero después hubo bastante tránsito cerca del Unicenter. Demasiados camiones para un domingo", agregó Daniel Kranawer, quien ayer a la tarde volvió de Pilar a Capital.
A diferencia del resto de la semana, donde la circulación se concentra por la mañana (entre las 7 y las 10,) y a media tarde, cuando la gente vuelve de trabajar, la mayoría de los usuarios de los sábados y domingos son quienes vuelven de los countries y clubes de campo, más la gente que va a pasar el día a Tigre u otros lugares de la zona norte del GBA.
Los emprendimientos inmobiliarios en ese sector del Conunrbano se multiplicaron a partir de 1994-95. El aumento de población y vehículos hizo colapsar la Panamericana. De hecho, cada vez más gente de las que se mudó a Pilar, por ejemplo, elige trabajar allí para no tener que viajar. Nicolás Lang, gerente de la inmobiliaria J.L. Ramos, comentó que en la zona "no hay terrenos y ya se ofrecen negocios cerca del kilómetro 70 (antes no pasaba del 52)".
Para intentar aplacar el colapso, en 1998 la concesionaria inauguró el ensanche a tres carriles de un tramo del ramal Pilar. Los trabajos (que incluyeron al ramal Campana) tuvieron un costo aproximado de 25 millones de dólares.
Pero los embotellamientos de los domingos aún son frecuentes, con sectores críticos. Uno de ellos es el peaje del km 34. Ayer, alrededor de las 18.30, Clarín vio como se formaban colas de más de 50 metros antes de llegar a las cabinas. Los coches demoraban en promedio 1.30 minuto, y las bocinas eran una orquesta. Otro sector complicado es donde se juntan el tránsito de la Panamericana con el que llega desde el Camino del Buen Ayre, y el tercer tramo más trabado es el final, llegando a la General Paz. En varios sectores directamente hay que parar o circular a paso de hombre.
Los peajes son sectores peligrosos para los empleados, porque pese a que hay cámaras de seguridad en los últimos meses hubo ataques violentos. Fuentes gremiales mencionaron el caso de Claudio Lagos. "Se bajaron con un fierro en la mano y le rompieron los vidrios de la cabina porque no tenía cambio", dijo Daniel Soto, delegado de la Unión de Empleados de la Construcción y Afines (UECARA), que mantiene una fuerte disputa con Facundo Moyano, hijo del titular de la CGT, por la representación de los empleados.
La furia en el peaje es tal que hasta las mujeres son agredidas. La víctima más reciente fue Cintia Lastra. "Una mujer se bajó de una 4x4 y le pegó una trompada. La Policía estaba lejos y no reaccionó a tiempo. La agresora continuó su viaje como si nada", contó Soto.
Hace pocos meses, Autopistas del Sol colocó doble cabina en varios carriles, para atender dos autos al mismo tiempo, pero la inversión no tuvo los efectos deseados. Los automovilistas denuncian que la empresa no levanta las barreras con la frecuencia que debería (ver Polémica...). Por ese motivo, el coro de bocinazos es constante en el peaje. Por la queja de los empleados hace poco aparecieron enormes carteles con la leyenda "Por favor no tocar bocina", y es común ver policías anotando los las patentes (aunque no pueden hacer multas). Pero nada sirve para disuadir a los más enojados.
Además, las colas en la Panamericana son peligrosas. Sin caminos alternativos, porque la colectora está tapada, muchos circulan a alta velocidad por la banquina. Y la gran mayoría intenta recuperar el tiempo perdido cuando encuentra espacio. "Se pegan los autos achicando la distancia de frenado a tres metros, cuando debería ser de 80", se quejó Rosario Calderón, usuaria habitual del Acceso Norte.
Intersante nota del diario Clarin
lunes, 3 de noviembre de 2008
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